2/2/08

Jorge Ortega Rodríguez


En principio la idea que me mueve es sencilla: Trasladar a un soporte público. En este caso la pared del museo, un dibujo.
Mis dibujos desde un principio surgen con esta intención, el original se construirá conforme aparece ese espacio adecuado. He impreso pegatinas con ellos, que he pegado en baños y farolas aquí y cuando he viajado he editado octavillas que he colado como regalo dentro de libros al azar en bibliotecas de préstamo público, y en este caso la pared de un museo, como si un dibujo directo fuese.

Estos dibujos parecen aludir a lo político, a lo social, pero son demasiado indirectos y blandos, su incomodidad, radica en la dificultad para saber a que se refieren, cual es su posición ante lo que sugieren.
Apenas puedo hablar, las palabras y los dibujos se superponen, me interrumpen. Mi espacio es disléxico, rodeado de canciones y textos, de experiencias y sentimientos.
Mi espectador /- no puedo calcular lo que sabe quien ve.-Las palabras están rotas y tan pronto parece español como otro idioma o código/. me da igual.

Ambivalencia de lo decorativo, lo superfluo y lo político de los dibujos.
Mi intención puede ser la de un artista comprometido en lo político, aunque, no puedo posicionarme, no puedo hablar de forma directa, no tengo un lugar.
Creo es algo que comparto con todos. Ante esa necesidad de una manera legítima para el discurso. ¿Cómo puedo hablar, sin posicionarme?

La solución creo está en la posibilidad de que la obra se construya en el ya lo vi. Después de un natural intento de leer las palabras en el dibujo, de lo simpático de ese momo, y en el posterior, ver otro. “No entiendo nada” y un natural”no se de que va?” esos dibujos con un simbolismos arrancado y esas palabras rotas, mareadas. Es en un dejavu, en un momento tonto, puede que, intuyamos, le demos un sentido, a ese discurso de fragmentos, en este caso sobre la pared.
+info: www.myspace.com/jorgeortegapintar
contacto: Jorge Ortega